HOY, DÍA DE LA EXALTACIÓN DE LA CRUZ
“La sombra de la cruz se ha extendido sobre las generaciones desde hace dos mil años, convertida no sólo en el símbolo de una fe, sino también en referencia personal del paso final para los miembros de ese colectivo.
Aquellas palabras de Jesús: “Quien quiera venir en pos de mí, que tome su cruz y me siga”, han sido la atemorizante consigna que tal vez nos ha paralizado, antes que animar nuestros titubeantes pasos. La cruz, esgrimida como símbolo del sacrificio supremo, ha sido referencia precisa para quienes, sintiéndose culpables, encontraron en ella el remedio de su purificación. De este modo, cada uno podría encontrar en su vida la circunstancia dolorosa o aflictiva donde ubicar su propia cruz, para que asumiéndola, poder dar cumplimiento al precepto.
Hoy, sin embargo, abrimos los ojos a una nueva crucifixión que no tiñe de sangre la tierra ni siembra más dolor. Hoy descubrimos que los cuatro extremos de la cruz de la salvación son los cuatro pasos de la reconciliación que conducen al nacimiento del Hijo. No hay sacrificio cruento, sino conciencia. No hay renuncia, sino integración. No hay culpa, sino Amor.
El palo vertical de la cruz expresa la aspiración del hombre, su hambre de Dios; y el horizontal, el ámbito donde dicha aspiración se cumple. Observa ahora la cruz y sus cuatro extremos: sitúa en el superior al Padre, que simboliza tu aspiración de comunión en y con él. Coloca en el inferior (en el que se clava en la tierra) a la Madre, la materia, y tendrás expresado en un eje vertical la evolución del hombre en busca de Dios. Coloca ahora el palo horizontal señalando sus extremos: a la izquierda, tu yo personal; a la derecha, el “otro” o los demás. Así tendrás determinado el ámbito donde la búsqueda y el encuentro de Dios se produce: ¡el mundo y tu vida con los demás!
¿Temes ahora al Calvario? Tu vida es sagrada y no ha sido establecida para que renuncies a ella, sino para que descubras su sentido. Tú ya estás crucificado”.
Félix Gracia (del libro: Padre, ¡he vuelto!)
Querido Félix: Lo que compartes con nosotros, extraído de uno de tus libros que fue tan preciso hace tiempo, me ha traído un sentimiento de unidad entre todo lo que nos has dicho en las letras, las palabras, los abrazos de forma que no puedo decir que recuerde lo leído o escuchado porque lo siento completo, vivo, presente y vibrante en el alma. Sentirse en el Centro, en el cruce de los dos palos de la cruz descubre que llegar pierde sentido cuando se recibe lo inefable, cuando el corazón vibra de verdaderamente y la mente se asombra y también se regocija de la magia de la Vida. No hay palabras pero ya no son necesarias. ¿Verdad? Todo mi cariño y todos mis abrazos.
Pedro
Gracias Félix!!!, hoy un paciente me ha regalado una cruz que me compro en vacaciones del verano, hoy me la da y yo consciente de lo que representa la tomo y me la coloco, lo hermoso de ella es que es de colores y flores…alegria y belleza…precisamente hoy…
Gracias!!!!!
¡el mundo y tu vida con los demás! ¿Temes ahora al Calvario? Tu vida es sagrada y no ha sido establecida para que renuncies a ella.
Hermosa reflexión, gracias.
La tomo mi querido Felix, con la consciencia de quien la lleva y hacia donde me dirijo.
Gracias eternamente.
Es hermoso volver a leer y recordar aquellos momentos que vivimos hace años en un taller donde a todos se nos dio esa cruz de madera pequeña, en recuerdo de todo esto que acabas de expresar y fue hermoso cómo allí todos bajamos a Jesús de la cruz. Qué liberación sentirse crucificado desde esta visión. Rosamari.
Abrazo a la Cuz para traer el Cielo a la Tierra…
Infinita gratitud desde el corazón.
En mi corazón va . Gracias Felix.